Tristeza

La tristeza te agobia, te hace sentir más impotente en este mundo de debilidad, te cala los huesos, derrite tus polos más fuertes y los convierte en hielo, donde éste, lo transporta por todo tu cuerpo, tu cabeza, tus manos, tus pies, pero sobre todo, tu corazón. 
Poco a poco se forma un gran lago de decepción, desamor y desilusión, donde no importa nada más que un amor que no se dió. 

Sobre un acantilado en lo más alto de los pensamientos. Las nubes danzan alrededor de ti, burlándose de tus sentimientos, formando una gigantesca ola gris de puros lamentos. 

El ánima de las personas abofeteaba sutilmente tu rostro pesaroso, todas las mañanas y noches hasta que quede destrozado por comentarios pausados de rimas y versos, que construyen con sus propios conocimientos. 

El camino está sin salida, trunco sobre la estación terrenal del deseo, donde la tierra quiere que seas su alimento, y que te refundas entre un centeno abismal y no conozcas a los demás.

Mientras el dolor pasa, no se quiere sentir nada, desearías no tener corazón para sentir sólo para latir. Desearías ser un objeto estacionario, ser invisible y existir lo menos posible para que no sufras irremediablemente.