Kósmos

12:00 am

La penumbra de la noche acecha las montañas, los animales se esconden bajo el mando de su madre, implorando calor, los grillos piden que llueva a cántaros, los sapos cantando al ritmo de los espasmos de la tierra, cuando de repente, un silencio inquietante se propaga por toda la tierra...

No se escucha nada más que mi respiración agitada por el trote, me persigue la desesperación, bañada de amargura, seguida de angustia; hago una pausa, no hay nada, nadie, sólo era mi imaginación          - aunque sé que no es cierto -, pero bajan los niveles de ansiedad. Inhalo, exhalo.

A pesar de que este oscuro no me da miedo, pero de repente, ¡suena una explosión en el cielo!, atosigante, sembrando decibeles de dolor sobre mi cuerpo, tirándome sobre el suelo, empeñado en no querer sentir. 

Pero ahí fue cuando te conocí, la explosión en realidad ¡era una supernova!, de la cual naciste tú, una luz más brillante que el Sol mismo, más embriagante que la miel, eres más que una estrella, eres más de lo que tú misma te imaginas, si derribaste el cinturón de asteroides de mi ser, podrás conquistar otras galaxias. 

Tú eres el kósmos, no me importa lo que diga Sagan u otros científicos, le diste luz a lo inimaginable. 
No sé si sea pasajero, o que me atrape un agujero negro, sólo sé que eres real, un nuevo habitante en mundano planeta llamado Surinam. 

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